La lectura es la llave prodigiosa de la información, de la
cultura, del mundo de la ficción, de la fantasía. Conseguirla no es tan
sencillo: está al alcance de todos los niños, pero con condiciones. La importancia de la lectura en los
niños se basa en sus beneficios a la hora de
estudiar y adquirir conocimientos. La colaboración de los padres es necesaria
para impulsar el proceso de aprendizaje.
Hay una labor familiar de preparación extremadamente
importante antes de que los niños aprendan a leer, y de seguimiento, después.
Aunque resulte increíble, se recomienda poner a los niños en contacto con la
lectura a partir de un año aproximadamente. Hablamos de cuentos con grandes
imágenes y poco texto, que se irán complicando y ampliando a la medida del lector. Merece la pena perder el tiempo
con los niños leyéndoles
y contándoles historias porque los efectos
pueden ser muy positivos.
Los especialistas en lectura están de acuerdo en que leer es
un hábito, un placer, que difícilmente se adquiere en la edad adulta. Y que la
afición a la lectura tiene muchas posibilidades de consolidarse cuando se ha
despertado en la niñez. A veces escuchamos a los padres lamentarse: a mi hijo
no le gusta leer. Y lo dicen con cierta inquietud. En realidad, hay muchas
personas a las que no les gusta leer. Es una cuestión
de temperamento, de intereses, de medio. Leer es
una actividad contemplativa que necesita concentración, silencio, aislamiento,
inmovilidad, exclusividad. Pero, a pesar de las excepciones, la afición a la
lectura depende también de cómo se haya abordado la cuestión cuando los niños
ya leen.
Muchas veces se ha considerado que un niño sabe leer porque
pronuncia una frase escrita. A los seis o siete años aproximadamente, comienza
a utilizar un código, pero le hará falta tiempo para saber utilizarlo
realmente. Porque saber leer es apropiarse del texto: elegir la lectura, leer
rápidamente, ser capaz de servirse del texto para algo, hablar del mensaje,
completarlo y ampliarlo con otras lecturas.
Esta súper!
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